La repetición de las conductas en el tiempo acredita que no se trata de un comportamiento casual sino causal: busca obtener un efecto.
La continuidad y la frecuencia en el tiempo de los hostigamientos establecen la causalidad y excluyen la casualidad en el mobbing.
La focalización sobre la víctima busca de forma deliberada el empeoramiento de su desempeño y la degradación de su imagen pública.
El mobbing es deliberado debido a que es continuado. Y es continuado debido a que es deliberado.
No es posible hacer mobbing a alguien sin querer…
De ahí que la prueba de la intencionalidad no es un requisito diagnóstico del acoso.
Lo es la existencia de comportamientos repetidos, frecuentes o sistemáticos de violencia psicológica verbal o modal que ponen en un riesgo cierto de daño a las víctimas.
La alegación de los acosadores de no tener intencionalidad de dañar no es de recibo, toda vez que el acoso, en caso de existir, es un comportamiento recurrente, repetido y mantenido en el tiempo.
* Tomado del libro Mobbing, estado de la cuestión. Editor Gestión 2000 (2008) – Iñaki Piñuel