Las estrategias utilizadas para someter a la víctima al acoso y derribo son muy variadas, y se suelen combinar llegando a ser un fuego a ráfagas del que la víctima apenas puede zafarse. Entre las conductas de acoso más frecuentes, (aunque éstas no son las únicas posibles, ni mucho menos) contra la víctima de mobbing se cuentan las siguientes:

  • Asignarle objetivos o proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de cumplir, o tareas que son manifiestamente inacabables en ese tiempo.
  • Eliminar sus áreas de responsabilidad clave, asignando a cambio tareas rutinarias, absurdas o sin sentido organizativo alguno, o dejar sin ningún trabajo que realizar forzosamente («intentando que se aburra y se vaya»).
  • Ignorarla o excluirla, hablando sólo a una tercera persona presente, simulando su no existencia (ninguneándolo) o su no presencia física en el trabajo o en las reuniones a las que asiste («tratarla como si fuera invisible»).
  • Retener información crucial para su trabajo o manipularla para inducirle a error en su desempeño laboral, y acusarla después de negligencia o faltas profesionales.
  • Extender por la empresa rumores maliciosos o calumniosos que menoscaban su reputación, su imagen o su profesionalidad.
  • Infravalorar o no valorar en absoluto el esfuerzo realizado, mediante la negativa a reconocer que un trabajo está bien hecho o la renuencia a evaluar periódicamente su trabajo.
  • Ignorar sus éxitos profesionales o atribuirlos maliciosamente a otras personas o a elementos ajenos a ella, como la casualidad, la suerte, la situación del mercado, etc.
  • Criticar continuamente su trabajo, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones, etc., caricaturizándolas o parodiándolas.
  • Castigar duramente cualquier toma de decisión o iniciativa personal en el desempeño del trabajo como una grave falta al deber de obediencia debida a la jerarquía.
  • Gritar, chillar, avasallar o insultarla cuando está sola o en presencia de otras personas.
  • Ridiculizar su trabajo, sus ideas, su aspecto físico o los resultados obtenidos ante los demás trabajadores.
  • Animar u ordenar a otros trabajadores a participar en cualquiera de las acciones anteriores mediante la persuasión, la coacción o el abuso de autoridad.
  • Invadir la privacidad del acosado interviniendo su correo, su teléfono, revisando sus documentos, armarios, cajones, etc., sustrayendo maliciosamente elementos clave para su trabajo.

Ninguna de estas conductas son aceptables éticamente no poseen racionalidad organizativa. Son siempre inadecuadas. No entran en el salario que recibes a fin de mes. No te pagan para recibir el maltrato psicológico.
El acoso psicológico no puede justificarse jamás desde ninguna perspectiva. De ahí que la primera vez debe ser la última.
No hacer frente desde el principio conduce a que esa conducta se repita cada vez con más frecuencia y pone en riesgo tu salud.

Del libro Las 100 Claves del Mobbing. Detectar y salir del acoso psicológico en el trabajo